La activación en el mercado inmobiliario de Cuba no llegó a la escala inicialmente esperada tras la entrada en vigor de una nueva ley que permite la compraventa de viviendas.
Este tipo de negocios estuvo prohibido en la isla durante más de cinco décadas y su autorización a finales del 2011 causó una verdadera sensación entre los cubanos. Sin embargo, existe un problema: un cubano común y corriente gana al mes unos 20 dólares, mientras que un apartamento en La Habana puede llegar a costar unos 10 mil.
"Es muy poco probable que alguien con un salario acumulado durante un período de tiempo participe en el negocio de viviendas porque el salario no le permite eso", el director del Centro de Estudios de la Economía Cubana, Omar Pérez.
Los expertos afirman que solo los que trabajan en empresas mixtas y cobran en divisa extranjera o los que cuentan con el apoyo de familiares residentes en otros países, tienen la posibilidad de comprar. La mayoría de los ciudadanos del Estado caribeño que quiere adquirir un piso tiene dos opciones: la permuta (algo que puede llevar mucho tiempo) o la venta de su inmueble.
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