Mientras continúa la feroz batalla entre los insurgentes sirios y las tropas del Gobierno de Bashar Al Assad, cuyo epicentro ahora es la ciudad de Alepo, ambas partes necesitan cada vez más fuerzas.
El tema de la lección que estos jóvenes han de aprender es la muerte. A medida que crece el número de fallecidos en el conflicto sirio, la edad de sus participantes va disminuyendo. Este integrante del Ejército había trabajado en la pequeña tienda de un familiar en Alepo antes de ser reclutado. Hoy tiene 19 años y se encarga de colocar los cadáveres en ataúdes.
Pasado un año de este trabajo se muestra dispuesto a sacrificarse por el país. "No tengo miedo a morir. Sería un honor para mí estar junto a mis camaradas difuntos y llegar a ser un mártir defendiendo a mi patria. Es un deber de hombre", dice un joven militar de las tropas gubernamentales, Subhi Jukha. El martirio es glorificado en los Estados musulmanes.
Pero él es además una de las razones de lo grave que se tornó el conflicto sirio. Estando listos a morir y matar para conseguir sus fines, los combatientes acaban olvidándose del valor de la vida. Pero sí lo recuerdan los parientes de los que se sacrifican.
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